Hablemos de la Pascua
Una pregunta clara con una respuesta a medias. Las medias verdades producen más daño que saber la verdad. Hoy se considera que el hombre es cuerpo y mente. Hemos dejado su espíritu de lado, desde antiguo no existe, y consideramos que solamente tiene algo de alma si el corazón del hombre tiene sensaciones y siente.
¿Cómo reconocemos el espíritu que le anima? Más allá de su yo personal y al decir de C.G.Jüng su ego. Los griegos sabían sin lugar a dudas del ego, pero conocían aún los dioses. Las musas por ejemplo cada cual con sus atributos. La hermosa cúpula del Teatro Colón, podríamos decir el antiguo, aún tenía el coro de las musas a la vista. Hoy con la luminosa pintura de Raúl Soldi tiene los ejecutantes a la vista envueltos en el celeste, las musas se hallan ocultas.
Ya ha dicho Horacio si tu vecino tiene su casa en llamas ten por seguro que tu campo peligra. Y sólo el espíritu es aquel que nos mueve a realizar una acción, una acción valiente, una acción plena de coraje aunque en ello puede irse la vida. Un anciano ha muerto encendido con su caballo y su perro. Pero a nadie le interesa quien fue esa persona, que hizo en su vida, que hacía allí cuando le llegó la muerte por el fuego. Los brigadistas que cumplen su sino y pierden su hogar terreno.
¿Dónde te encuentras Espíritu Divino? Creador de los cielos y la Tierra. Entregaste tu tesoro más preciado Tu Hijo bien amado bautizado por San Juan, el Bautista. ¿Qué vió? Aquel que fue sumergido hasta casi al ahogo, ya no vió la serpiente de Moisés erguida sobre el cayado, su alma vió el Cordero Divino, señal de la nueva época, de la época de cambiar tu sendero.
Tu sendero el de pueblo y reconocer que si el Niño Divino no hubiese llegado para Nochebuena, Epifanía no se habría cumplido, y el Cordero de Dios no hubiese pasado del Domingo de Gloria al Descenso a los Infiernos a la búsqueda de Adán para redimirle,.y con él muchos difuntos.
No hubiese pasado la Resurrección Divina de su sangre derramada para que cada uno de nosotros pudiese llegar en la nueva era a la Vida Eterna y pudiese comprenderla
Moisés dejó su sitio y Cristo lo tomó como Guardián del Umbral. No pasaremos a la Muerte sin su ayuda, sin sus palabras, sin su Ser Divino del cual tenemos la brasa ardiente. La brasa ardiente que es más que nuestro ego, que es ya espíritu y al que debemos despertar en cada Pascua de Resurrección para comprender el ir y venir, el ir al espíritu al sueño y al morir y regresar al hombre que vive en los dos mundos, con su espíritu, aún brasa divina nacida no hace mucho a la que debemos despertar día a día.
En la Semana de la Pasión a la Pascua de Resurrección
Tatiana Schneider
Imagen: Descenso a los infiernos y Resurrección